Aunque se sabe que es en el mes ocho, el comienzo del Ramadán depende de la luna. Cuando finalmente se divise el primer creciente después de la luna nueva, desde los minaretes se alzará la profunda voz de una sirena, anuncio del comienzo del Ramadán o sawn. Unas horas más tarde y antes de la salida del sol, se oye en todas las casas la llamada al ayuno. Y poco a poco, como cada día en este sofocante mes de agosto, el sol que se eleva pero que hoy -y durante treinta días más- será el indicador de un ritmo de vida ralentizado., indicador de la búsqueda de un estado de paz. Ramadan Kareem.
miércoles, 11 de agosto de 2010
Hamarr
Decía Paul Bowles que una de las cosas que más le gustaban de Marruecos era el ritmo de vida. Decía que aquí las prisas no existían -o que existian apenas- y que en su tierra natal (EE.UU.) se veía obligado a seguir un ritmo de vida al que no quería, no podía acostumbrarse. Al pasear por las callejuelas de las ciudades, uno observa las gentes apostadas en las entradas esperando nada, ocupados en echar un partido a las damas o en tomar un té y dejar que la conversación discurra. En el campo, los hamarr (los burros) representan a la perfección este ritmo de vida. Si no es hoy, será mañana. Inchaallah.(Si Dios quiere)
Secret Spot
En el tramo de costa que se encuentra entre Essaouira y Agadir hay un rincón oculto, apenas conocido por los turistas. Quizás se deba a que no está incluido en la Lonely Planet, quién sabe. La cuestión es que los que van ahí saben lo que van a encontrarse: uno de los mejores surf spots de Marruecos, donde no son todavía demasiados en el agua, donde los pescadores se sientan a admirar estos jóvenes atrevidos que se deslizan sobre las olas, donde tanto los novatos como los expertos tienen un buen rato asegurado. Pero que nadie se lo diga a los de la Lonely Planet.
miércoles, 4 de agosto de 2010
El barco
-A las afueras de Sidi Ifni, pasado el puerto y pasado el cuarto río, en un desvío de la carretera que lleva a Tan-Tan, encontraréis el barco. Si no lo encontráis, pedídselo a cualquier lugareño. Él os indicará.- En efecto, todos saben dónde se encuentra el barco. Se llama –o llamó algún día- Zahra, y su esqueleto parece un espejismo en medio de la blanca costa atlántica.
Luna: قَمْر
Desde el minarete se oye cinco veces al día la allatoyah (llamada a la oración); los megáfonos en la torre se encargan de que se oiga la reverberante voz en cada una de las casas. El Islam es la religión de la media luna, del creciente lunar. Del calendario lunar dependen las fiestas musulmanas; de ahí su uso como indicador de la medida temporal. La luna es, sin duda, el cuerpo celeste que más define al Islam, al igual que la mezquita es su referente arquitectónico.
Los arcos de Legzira
La playa de Legzira, a 20 km. de Tiznit, es conocida como "La playa de los arcos". No es sorprendente, pues sobre su dorada arena se encuentra uno con cuatro enormes arcos que apenas logran abarcarse con la mirada. Con la marea baja, uno puede pasearse por debajo de ellas. Incluso, nos dijeron, se puede llegar a una cueva donde hay un ermitaño que lleva más viviendo ahí más de veinte años. Pero para qué molestarle- pensamos. Ya los arcos nos parecieron suficiente.
Legzira
En Legzira, un día caluroso de finales de julio, se celebra una competición de surf que forma parte de las fiestas del lugar. Por la noche, conciertos; de día, familias enteras que se pasean y disfrutan de un hermoso día de sol. Los más ancianos se toman su tiempo en recorrerse la playa mientras que los más jóvenes disfrutan de un deporte que cada vez es más popular en las playas marroquíes.
domingo, 25 de julio de 2010
Tiznit
Pequeña ciudad al sur de Agadir conocida por sus alcaicerías de plata, joyería tras joyería e hilera tras hilera de joyas relucientes. Como es época de bodas, en los estrechos pasillos se chocan los novios o las novias, los familiares o los amigos que buscan algún regalo para la ocasión. Sin embargo, afuera de la alcaicería es la tranquilidad la que reina en la ciudad, como se ve en esta pequeña tienda.
En el medio de la nada
A lo lejos, la nada. En la cercanía, la nada. Kilómetro tras kilómetro de la nada, interrumpida tan sólo por algún que otro control de los gendarmes. Pasaportes fuera, aquí no pasa nada, control rutinario. Y a la carretera de nuevo. Justo a la mitad: a 1200 km de Tánger y a 1200 km de Lagouira, la última ciudad de Marruecos antes de entrar a Mauritania.
Suerte Loca
Hotel Suerte Loca, abierto en Sidi Ifni en 1936. Suerte loca la del soldado enviado tan lejos de la patria, suerte loca del soldado que escapa a la guerra fraticida que anega su tierra .Suerte loca, en fin, de abrir un hotelito al lado del mar y que perdure hasta día de hoy. Suerte loca la de poder jugar al futbolín o al billar en él, o la de poder comerse un plato de pulpo a la plancha.
Sidi Ifni I
Antigua colonia española, devuelta a Marruecos tan sólo en 1964. Una laguna de acento español en medio de la nada. Barcos pesqueros, restaurantes cerrados, puertas azules. Alguna abuela cruzando la calle que parece sacada de cualquier pueblo manchego. Alguna que otra frase española oída al azar. Y la prohibición de festejar la victoria de España en el Mundial. Aunque nadie sabe lo que pasó tras las puertas azules.
miércoles, 21 de julio de 2010
Bajando a la ciudad
Por la mañana, temprano, después de la oración, el lento descenso de cada día. No son los mismos, ya, estos pies que tanto andaron y desandaron. Ruido de cigarras y bajo los pies, la tierra seca, caliente. Cuando llegue al mercado, una silla, cualquier silla. Y un vaso de té, quizás. Inchaallah, no habrá que bajar mañana.
lunes, 19 de julio de 2010
Puerto de Imsouane
Calor, mucho calor. Es mediodía y en Imsouane el tiempo se ha parado, apenas un balanceo imperceptible como el de los barcos fondeados a lo lejos. En tierra, los pescadores fuman, alguna que otra palabra de vez en cuando para comentar algo con voz queda. La eterna espera del tiempo. Uno duda si interrumpirles pero, al final, el hambre manda. El olor a pescado a la parrilla inunda el puerto y el calor de mediodía se hace, al fin, un poco más soportable.
Puerto de Essaouira
Las gaviotas no cesan de revolotear ni de día ni de noche en Essaouira. Si bien la mayoría de los barcos salen a faenar de noche, algunos de ellos vuelven precisamente a esa hora y es posible pasear bajo alguna que otra farola titilante mientras se observa a los pescadores descargar la pesca del día. Al otro lado del puerto, las embarcaciones más pequeñas descansan, inmunes a todo el ajetreo.
Carretera
Desde el coche, horas de caminos polvorientos y gendarmes apostados a ambos lados de la carretera, atentos como animales hambrientos que acechan su presa. Del regateo depende, también, el precio del soborno. El paisaje apenas cambia: los olivos que aguardan, sigilosos, el paso de los años; casas, mezquitas y algún que otro sook (mercado). Y a veces, la sucesión perfecta de reflejos dorados.
Mercado, Agadir.
Imsouane
A Imsouane se llega descendiendo desde lo más alto de unos acantilados a través de calles polvorientas y serpenteantes. Al llegar, apenas algunas casas y algunas -pocas- tiendas de surf. En los escasos restaurantes humea el pescado recién traido del puerto, a pocos metros del pueblo. En él, las embarcaciones, de un azul más claro que el mar todavía, y algún que otro pescador que vuelve de trabajar. O que celebra, como en la foto, una mañana productiva.
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