Ayer, en el mercado, mujeres de velos dispares se paseaban en busca de la
última oferta mientras hombres de barbas
pobladas y chilabas blancas ofrecían su mercancía al mejor postor. Los saludos, el regateo. En los
puestos, dátiles, especias y dulces acechados por insectos diversos; de repente,
la llamada a la oración y el profundo, sentido, reverberante, Allah Akbar (Allah
es grande).
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